Los visigodos tenían una cultura muy diferente a la de los hispanos. Los hispanos habían asimilado las costumbres romanas y en los últimos años del Imperio romano habían adoptado el cristianismo como religión.
Para conseguir la unidad del reino, los visigodos decidieron cambiar su lengua, su religión y sus leyes y adoptaron las que tenía la población hispanorromana.
Los visigodos mantuvieron la división romana de la península en cinco provincias que ellos llamaban ducados. El gobernador de la provincia es el dux que era nombrado por el rey.
El reino visigodo se mantuvo en la Península Ibérica hasta que ésta fue invadida por los musulmanes a partir del 711.